59-0329PM - LA SEŅAL DEL MESÍAS

 

     
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29 de Marzo de 1959, Jeffersonville, Indiana, E.U.A.

 

1 Inclinemos nuestros rostros por un momento. Amado Dios, cuando oímos ese canto: “Jesús está cerca y todo es posible”, nuestro corazón se emociona al saber que es más que solo un canto. Es la Verdad. Tú estás aquí. Señor, creo que Tú también estuviste allí justamente atrás del tabernáculo, ahora mismo; esa pequeña madre cargando ese bebito, empapado, bajo la lluvia; y ese joven clamando por su ser querido, por allá en el hospital, muriendo. Escucha nuestras oraciones, Señor. Hay personas que han estado en esta iglesia todo el día, desde las seis de la mañana. Están esperando verte, Señor. Nos han oído hablar hoy de que Tú has resucitado de los muertos. Y eres el mismo Jesús que aún vive esta noche, después de mil novecientos años. Aún eres Jesús. Y oramos, Dios, que sanes a toda persona enferma que está en la Presencia Divina. Que no quede una sola persona enferma entre nosotros cuando concluya este servicio. Solo muéstranos, Señor, que estás aquí.
2 Nos vienen a la mente dos hombres esa mañana de Pascua, que indudablemente estaban desanimados. Y hay muchos aquí desanimados esta noche, enfermos y que no recuperan la salud, los médicos los han desahuciado. Y mientras iban por el camino, hubo un extraño Quien llegó caminando y habló con ellos, habló de las Escrituras por el resto del día. Y en la noche, cuando los tuvo en la habitación y cerró la puerta, Él hizo algo. Lo hizo exactamente como Él lo había hecho antes de la crucifixión, y ellos supieron que ese era el Señor resucitado. Él Se les desvaneció de la vista. Ellos corrieron rápidamente a decirle a los demás: “Él ha resucitado de los muertos”.
3 Dios, oramos que Él venga en medio nuestro esta noche y haga las cosas que hizo antes de Su crucifixión. Mil novecientos años no es nada para Él; Él es Eterno. Y que muchos aquí esta noche se den prisa a casa, para contarles a su esposa, a su esposo, a sus seres amados, a sus vecinos: “¡Él vive! ¡Él me apareció a mí esta noche! ¡Él me sanó de mi enfermedad! Ahora voy a estar bien”. Concédelo, Padre. Lo pedimos en el Nombre de Jesús. Amén. (Pueden tomar asiento.)
4 Lamento estar ronco, pero he estado muy ocupado hablando, bautizando; ya que para empezar tenía gripe, desde que llegué de allá de la Florida y de las islas. Tengo que viajar ahora en la mañana a California, para casi un mes completo de reuniones. Entonces le pedí al Hermano Neville si podía predicar por mí esta noche, y estoy seguro que han oído un mensaje maravilloso. Disfrutamos el servicio de esta mañana del Hermano Neville. Y confiamos que Dios continuará con él y con esta iglesia, mientras él pastorea aquí.
5 Acabo de ver a Billy allá afuera, y él me tocó el costado, y dijo: “Papá, la gente está parada aquí y algunos llevan aquí todo el día”.
6 Dije: “Bueno, me alegra que nuestros servicios estén por terminar para que Uds. no tengan que estar de pie”. Y está lloviendo. Y cuando entré al edificio, una parejita se bajaba del auto allá afuera, con un bebito enfermo. Ellos estaban empapados. Ella ni pudo entrar por las puertas. Pero tan cierto como estoy parado aquí, Dios sanó ese bebé justo en ese momento. Correcto. ¡Él responde la oración!
7 Y ahora después de haber predicado hoy, y esta mañana prediqué de cinco temas: Viviendo, Muriendo, Sepultado, Resucitando, Viniendo.
Viviendo, Él me amó. Muriendo, Él me salvó.
Sepultado, El llevó lejos mis pecados;
Al resucitar, Él me justificó gratuitamente por siempre;
Algún día Él vendrá, ¡oh, día glorioso!
Estamos vigilando esta noche, esperando Su aparición.
8 ¿Por qué estamos repletos aquí? ¿Por qué vienen a oír el Evangelio las personas? Aun con toda su simplicidad, es la atracción más grande que el mundo haya tenido. Jesús dijo: “Y Yo, si fuere levantado, a todos atraeré a Mí mismo”. Ahora el asunto es, ¿será esta religión de la que hablamos, será real? ¿Será la Verdad? Si es la Verdad, entonces podemos creer toda Palabra que la Biblia ha dicho. Si no es la Verdad, entonces debemos desligarnos de Ella, debemos continuar en nuestros pecados; comer, beber, porque mañana moriremos. ¡Pero estoy muy agradecido de saber que Esto de lo cual hablamos es la Verdad! Y es la única religión del mundo… Aunque, cuarta en cantidad, sin embargo es la única religión del mundo cuyo Fundador pudo morir y resucitar, y que está vivo esta noche.
9 Vi en el periódico, en el periódico aquí de la ciudad el otro día, que tuvieron a un hombre, a uno de Buda que lo resucitaron. Muchos de Uds. vieron eso en el periódico. Ellos tienen a un hombre que es un pequeño buda que nació como Buda; desde luego, no hizo milagros, pero su enseñanza y todo fue como Buda. Si Buda tiene un hombre en el campo, uno falso, Dios tiene el Espíritu Santo en el campo, al verdadero Espíritu de Dios.
10 Ahora, nosotros hablamos de estas cosas maravillosas, ¿pero funcionarán? ¿Perdonará el… le perdonará el Espíritu Santo a un hombre sus pecados? ¿Le sanará Él de su enfermedad? Seguro que lo hará. Él es Dios, por los siglos. Ahora, si podemos… Si Jesús viene en medio nuestro y Se prueba a Sí Mismo que está vivo, aquí esta noche entre nosotros, debería hacer que cada uno de nosotros crea toda promesa que Él tiene en la Biblia.
11 ¿Habrá alguien aquí que no ha estado en una de mis reuniones antes? Veamos su mano, no ha estado en una de las reuniones antes. ¡Miren, prácticamente media audiencia!
12 Yo no soy un sanador. No creo—yo no creo que haya un hombre que sea un sanador. Jesucristo es el Sanador.
13 Y Él dijo, cuando estuvo aquí sobre la tierra, que Dios era el Sanador. Ahora, cuando Él estuvo aquí sobre la tierra, Él no reclamó ser un Sanador, sino que le mostró a la gente Su señal Mesiánica, y esa señal Mesiánica era conocer el secreto del corazón. ¿Cuántos saben que eso es verdad?
14 Cuando Él le dijo a Pedro, que vino ante Él, cuál era su nombre, cuál era el nombre de su padre; Pedro creyó de tal manera, con tanta fe, que Jesús le dio las llaves del Reino más adelante, y lo puso a él sobre la Iglesia.
15 Cuando Felipe encontró a Natanael debajo del árbol, y le dijo: “Ven y ve a Quién encontré, a Jesús de Nazaret, el hijo de José”.
16 Y ese religioso devoto dijo: “¿De Nazaret pudiera salir algo bueno?”.
17 Le dio la mejor respuesta que cualquier hombre pudiera dar. Él dijo: “Ven y ve. No vayas solo a criticarlo. Ven tú mismo y ve”.
18 Y tan pronto como Felipe vino con Natanael, Jesús le dijo: “¡He aquí un israelita en quien no hay engaño!”.
Él dijo, “¿Cuándo me conociste, Rabí?”.
Él dijo: “Antes que Felipe te llamara, te vi debajo del árbol”.
Él dijo: “Tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel”.
19 Él le dijo a la mujer junto al pozo lo que había en su corazón. Estas cosas probaron que Él era el Mesías. Y si ese Mesías ha resucitado hoy de los muertos, y ha hecho la expiación, y ha sanado nuestras enfermedades y perdona nuestros pecados, entonces lo único que Él pudiera hacer es volver a mostrar esa misma señal, que Él aún vive para cumplir toda promesa que hizo. ¿Es cierto eso? [La congregación dice: “Amén. Así es”.—Ed.] Vamos a creerlo ahora mientras oramos.
20 Señor, el pueblo está esperando. Una Palabra de Ti será más de lo que el Hermano Neville o yo pudiéramos decir en muchas vidas. Solo una Palabra. Ahora, la mitad de esta audiencia no ha visto las reuniones antes. Jehová Dios, Creador del Cielo y la tierra, envía el Poder de Jesucristo a esta sala, Aquél que resucitó, el Espíritu Santo que vino en Pentecostés, y que Él así unja a las personas. Que yo pueda, aun estando así de ronco, rendirme tan completamente a Su Espíritu, que Él pueda hablar por medio de esta voz descompuesta que le ofrezco, que mire por estos ojos que yo le ofrezco, que muestre visiones y cosas que causen que la gente vea que Él ha resucitado de los muertos. Y cuando estas personas vean eso, que toda la audiencia se aferre de cada promesa que Él hizo. Si han pecado, que se aferren de Él para el perdón. Si tienen enfermedad, que sepan que por Sus llagas somos curados. Concédelo, Señor. Lo pedimos en el Nombre de Jesús. Amén.
21 Ahora viene el gran reto. Aquí ante doscientas o trescientas personas, es fácil. Cuando uno se para ante quinientas mil, medio millón, sucede lo mismo. Él es Dios. Ahora ¿cuántos aquí están enfermos y quieren la oración, levanten las manos? ¿Ven?, como la mitad de Uds. o más. Yo no puedo traerlos a todos acá arriba. Creo… Tendré que preguntarle de nuevo a Billy, preguntarle si repartió tarjetas de oración. Ahora, ¿lo—lo hizo? [Alguien dice: “Sí”.—Ed.] Muy bien. Muy bien.
22 El domingo pasado o la última vez que estuve aquí, no repartieron tarjetas de oración, y solo pregunté: “¿Cuántas personas aquí no han estado en la reunión antes?”. Muchos levantaron las manos, que no habían estado en la reunión. Estando de pie con las manos levantadas, el Espíritu Santo fue diciéndoles quiénes eran y la enfermedad que ellos sufrían, y lo que había acontecido; y sanó a las personas tan completamente que tumores y cosas desaparecieron, al grado que no se llevaron a cabo las operaciones. ¿Cuántos estuvieron aquí para ver eso solo hace unas semanas?
23 Si él ha repartido tarjetas de oración, entonces llamaremos. Eso permite que las personas de casa, y las que no son de casa, personas que han estado en la reunión y personas que no han estado, que entren en la línea de oración. No podemos tenerlos a todos acá arriba a la vez. Los traeremos tan reverentemente como podamos.
24 Y quiero que Uds. sean sinceros con Dios. Sean sinceros con Uds. mismos. Y si Jesucristo viene en medio nuestro y obra y hace lo mismo como cuando Él estuvo aquí sobre la tierra caminando en Galilea, Uds. deben aceptarlo a Él para cualquier cosa que necesiten. No es necesario que estén acá arriba en la plataforma. Él respeta la fe. Habrá personas aquí que están enfermas allá entre la audiencia, que ni siquiera recibieron una tarjeta de oración, ellos recibirán sanidad de todos modos. ¿Cuántos están enfermos y no tienen una tarjeta de oración? Levanten la mano. Bueno, entonces no se han repartido muchas tarjetas de oración, ¿ven? Muy bien, Uds. solo crean. Solo miren hacia acá.
25 Permítanme mostrarles lo que hizo Jesús cuando estuvo aquí sobre la tierra. Hubo una mujer, cierta vez, que vino a Él. Y ella no pudo entrar, entre los empujones. Ella no tenía tarjeta de oración, sin embargo, ella tocó el borde de Su manto, pues dijo en su corazón: “Yo sé que ese Hombre dice la Verdad. Si puedo tocar Su manto, seré curada”. Y ella tocó Su manto, salió a la congregación que probablemente era mucho más grande que esta.
Jesús se dio vuelta y dijo: “¿Quién me ha tocado?”.
26 Pedro aun Le reprochó, y dijo: “¿Por qué preguntas algo así, cuando todos tratan de tocarte?”.
Él dijo: “Pero percibo que Me he debilitado”.
27 Las visiones debilitan. Uno no puede, entrar demasiado en ellas. Y Él dijo, miró a la audiencia hasta que encontró a la mujer, y le dijo que tenía un flujo de sangre, y que su fe la había sanado.
28 ¿Cuántos saben eso? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] La Biblia dice que “Jesucristo hoy es el Sumo Sacerdote que puede ser tocado por el sentir de nuestras dolencias”. ¿Verdad que sí? [“Amén”.] Bueno, si Él fue el Sumo Sacerdote, y pudo ser tocado por el sentir de nuestras dolencias, ¿no actuaría Él como lo hizo allá, si Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos?
29 Entonces, Uds. los que no tiene tarjeta de oración, miren hacia acá, y en su corazón digan: “Señor, yo creo de todo corazón, y creo que Tú me vas a sanar. Y permíteme tocar Tu vestido. Y habla por medio del Hermano Branham y dile así como hiciste con la mujer, y yo te creeré”. ¿Serán Uds. así de sinceros, y le creerán a Dios con todo su corazón?
30 Billy Paul dijo, hace unos minutos dijo, parado aquí, que Uds. me recogieron una ofrenda de amor. Yo no quería que sucediera. Fue… Pero, gracias, de todas maneras. Lo necesito ahora para mi viaje a California. Lo usaré para el Evangelio.
31 Esas pequeñas ofrendas que Uds. me dan, ¿saben lo que se hace con ellas? Fui a Puerto Rico y Jamaica hace unas semanas, donde registraron cuarenta mil convertidos en nueve noches. ¿Qué lo hizo? Sus diezmos. Cuando me fui, el alcalde de la… el juez de la isla se puso de pie, dijo: “Tenemos a evangelistas que vienen aquí y recogen grandes ofrendas, y cuestan mucho dinero. Pero” dijo, “cuando vino el Hermano Branham, él ni siquiera pidió un centavo de dinero, no nos pidió que pagáramos su cuenta del hotel. Y él pagó su propio boleto de ida y regreso”. ¿Qué lo hizo? Su dinero. Quiero estar seguro de que lo use correctamente. Pues, en el Juicio, cuando me pare delante de Uds. y de Dios, que tenga que rendir cuentas por eso, haya sido hecho correctamente. Yo me lo he propuesto, hasta cuando pueda ir, de hacer lo mejor que pueda para Su gloria.
32 Ahora no podemos traer todas las tarjetas a la vez, así que las traeré, solo unas cuantas a la vez.
33 ¿Quién tiene la tarjeta número uno? ¿Levante la mano si se puede poner de pie? Por allá en la parte de atrás, es una señora de color. Venga por aquí mismo, señora. Pase y venga por aquí al lado de la plataforma. Ahora ¿quién tiene la tarjeta de oración número dos? Si se puede poner de pie, levante la mano, la tarjeta de oración número dos. Una señora blanca aquí. Muy bien, señora, póngase Ud. de pie y siga a esta señora de color acá arriba, aquí mismo, arriba. Ahora llévalas por allí, Doc, tan pronto esto se llene aquí.
34 Tarjeta de oración número tres, ¿podría levantar la mano si puede? El caballero, por aquí mismo, señor. Número cuatro, ¿puede levantar la mano? Muy bien, señora, por aquí mismo. Número cinco, ¿puede levantar la mano? Este joven aquí mismo. Hasta el momento, cada uno de ellos es desconocido para mí. Número seis, ¿puede levantar la mano, número seis? ¿Llamé el número cinco, número cinco? Y número seis, también es un desconocido para mí. Número siete, ¿puede levantar la mano? Levante la mano, el que tiene el número siete. Muy bien, creo que conozco a ese individuo. Yo—yo creo conocerlo. Número ocho, ¿puede levantar la mano si puede? Una señora por acá. Muy bien, número nueve. Muy bien, señora. Número diez. Muy bien, número diez, la señora.
35 Hay un error en alguna parte. ¿Cuál es el número de este hombre aquí? Alguien mire, alguno de Uds. ujieres vengan aquí y miren. [Alguien dice: “Él tiene el ochenta y cuatro”.—Ed.] Ochenta y cuatro. Era el número diez que llamaba en ese momento, gracias, número diez. Pero llegaremos a Ud. de todas maneras. Está bien. Miren, ahora sé cuál es su número. Es ochenta y cuatro, ¿verdad? ¿dice Ud. ochenta y cuatro o algo así? Muy bien, espere Ud. allí. Ud. solo crea. Déjeme decirle, si Ud. no usa esa tarjeta, tarjeta de oración, mire para acá y créale a Dios, y vea cómo Dios le responderá la oración. Muy bien.
36 Número, ¿era el diez? Once. Muy bien, doce. Ahora, si no se puede poner de pie, solo… Número doce. Trece, número trece, allá atrás. Catorce, número catorce, bien allá atrás. Número quince.
37 Se reparten por donde sea. Los muchachos que las reparten, solo dicen: “¿Quién quiere una tarjeta de oración, levante la mano?”. Ellos las toman y las mezclan todas, nadie sabe quién recibe qué. Y ellos simplemente las reparten así.
38 Número catorce. Número quince, ¿quién tiene la tarjeta quince, número quince? Número dieciséis, por allá atrás. Número diecisiete. Ahora, si el número dieciséis está en el edificio o parado en algún pasillo, por favor vaya viniendo. Número… Lo siento, no vi su mano, hermana, en aquello. ¿Ud. es dieciséis? Muy bien… [La hermana dice: “Diecisiete”.—Ed.] Diecisiete. Dieciocho, diecinueve, número diecinueve. Veinte, número veinte, el hombre por acá. Muy bien. Muy bien.
39 Bueno creo que ahora están llegando hasta el pasillo aquí, así que… [Alguien dice: “Es suficiente”.—Ed.] ¿Qué dice? [“Es suficiente”.—Ed.] Es suficiente por el momento. Muy bien. Bueno, miren para acá y crean. Muy bien.
Veamos, si la pianista, suave y lentamente, Solo creed, muy suave.
40 La mayoría de las personas aquí en el pasillo son desconocidas para mí. Yo no los conozco. Ahora hay algunos aquí que todavía tienen tarjetas de oración, algunos puede ser que no tengan tarjetas de oración. Tal vez podamos llamar algunos más en la línea de oración dentro de unos minutos, tan pronto tengamos correctamente esa fila.
41 Creo que el caballero aquí, Doc, venía de allá de la parte de atrás, él fue llamado, dieciséis o diecisi-… dieciséis. Muy bien, venga por allí y tome su lugar, señor.
42 Ahora, si a Ud. no lo llaman, no importa para nada, ¿ven?, solo miren y crean.
43 [Alguien dice: “Aún falta el quince también”.—Ed.] Falta el número quince. Tal vez la persona no puede ponerse de pie. Si Ud. no puede ponerse de pie… Alguien mire la tarjeta de oración de la otra persona, pueda ser que sea sorda y no pueda oír. Si están aquí, quince, pueden tomar su lugar en la línea. Si han salido y regresan en unos minutos, pónganlos en la línea a medida que llaman su número.
44 Cuando hayamos avanzado aquí por la línea llamaremos más, si el Espíritu Santo no parece estar ungiendo el edificio, a las personas, para que puedan ser sanadas.
45 Pues, ahora es el momento crucial, ha llegado la hora para ver si he dicho la Verdad o he dicho una mentira. Ahora es el momento en el que se prueba si Jesucristo ha resucitado de los muertos o si Él no ha resucitado de los muertos. Ahora es el momento si Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos o si Él no es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Ahora Él tiene que probar que es el Sanador o si no es el Sanador. Y si alguno quiere tomar mi lugar para orar por los enfermos, puede pasar y tomar mi lugar.
46 ¿Cuántos de Uds. aquí en la línea de oración, mientras miran aquí, ahora en la línea de oración, no me conocen, y saben que yo no los conozco y que no sé nada acerca de Uds., levanten la mano?
47 Allá en la congregación, que saben que yo no sé nada de Uds., levanten la mano (que están enfermos) allá en la congregación. ¿Ven?, ahí lo tienen.
48 Ahora ¿qué hará Dios? Allí está la Escritura, el Espíritu de Dios está aquí, ahora, ¿funcionará? Si puedo rendirme a mí mismo al Espíritu Santo, funcionará. Y no funcionará de mi parte a menos que Uds. mismos se rindan al Espíritu Santo, “Pues no pudo hacer muchos milagros poderosos Jesús en Su propia tierra, a causa de la incredulidad de ellos”.
49 Ahora crean de todo corazón, siendo tan reverentes como puedan. Estén en silencio, vigilen. Si el Espíritu Santo hace algo, entonces regocíjense, luego crean.
50 Ahora, Señor, todo lo que tenemos, todo lo que somos… Ellos han estado de pie al grado que se les acalambran las piernas, se han sentado al punto que están por desmayar. Ahora, Señor, sea notorio que Tú eres Dios. Y he convocado a esta congregación por mandato Tuyo. Y estoy de pie aquí, no para ser visto ni queriendo creerme algo ni hacer algo diferente, sino porque es una comisión dada a mí por un Ángel y confirmada por Tu Palabra. Que sea notorio esta noche que Tú eres Jesucristo, el Hijo de Dios, que se levantó de los muertos; y que vives en Tu Iglesia, y en Tu pueblo, para obrar y llevar a cabo el mismo ministerio que tenías cuando estuviste aquí en cuerpo de carne. Concédelo, Señor. Y Te alabaremos en el Nombre de Jesucristo. Amén.
51 Ahora ¿dónde está Billy Paul, está en el edificio? ¿Se ha ido? O, alguien venga aquí a recoger estas tarjetas de oración, ¿ven? Venga, Hermano…?… La mujer tiene la tarjeta de oración en su mano. Ud. solo entréguesela a él, ¿ve?
Ahora sean muy reverentes.
52 Ahora esta dama aquí, hasta donde sé, es completamente una extraña para mí. Y he aquí un cuadro perfecto de la Escritura, dos personas y dos nacionalidades diferentes.
53 Jesús vino a un pozo cierta vez, en San Juan 4, y conoció a una mujer de Samaria. Y Él habló con ella un poco, hasta que encontró cuál era su problema. Y le dijo cuál era su problema. Y cuando lo hizo, ella reconoció por eso que era el Mesías. ¿Cuántos saben eso? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] ¿Recuerdan la conversación? Él dijo: “Mujer, dame de beber”. ¿Qué hacía Él? Contactaba su espíritu.
54 Y ella dijo: “El pozo es profundo, y no tienes con qué sacar. No se acostumbra que Tú, un judío, pidas eso de una samaritana”.
55 Él dijo: “Pero si supieras con Quién hablas, tú me pedirías agua a Mí”.
56 Y la conversación continuó hasta que Él encontró cuál era su problema. ¿Cuántos saben cuál era su problema? Ella estaba viviendo en adulterio. Entonces Él dijo: “Ve trae a tu marido y ven aquí”.
Ella dijo: “No tengo marido”.
57 Dijo: “Bien has dicho. Cinco has tenido y con el que ahora vives no es tu marido”.
58 Ahora escuchen lo que dijo ella. Ella dijo: “Señor, me parece que Tú eres un Profeta. Sabemos que cuando venga el Mesías, Él nos dirá estas cosas. El Mesías, la señal del Mesías, Él hará esto cuando venga; porque Él era el Dios-Profeta, el Profeta del que habló Moisés”. Dijo: “Sabemos que el Mesías hará esto cuando Él venga, pero ¿Quién eres Tú?”.
Él dijo, “Yo soy, el que habla contigo”.
59 Y ella corrió a la ciudad y les dijo a los hombres: “Vengan y vean a un hombre Quien me ha dicho las cosas que he hecho. ¿No es este el Mesías?”.
60 Y ahora aquí está una mujer etíope ante un hombre anglosajón, es la primera vez en la vida que se encuentran; lo que llamaríamos una mujer de color, un hombre blanco. Cuando surgió esa pregunta allá, en la segregación, ante Jesús, Él se los dijo rápidamente: no hay diferencia en el color de la gente. Todos venimos de un árbol, Adán y Eva. Exactamente. Las regiones en las que vivimos cambió nuestro color; no tuvo nada qué ver. Dios murió por todas las criaturas: el hombre blanco, el hombre negro, el hombre amarillo, el hombre café, el hombre rojo y todos. Todos son criaturas de Dios.
61 Pero la dama está aquí parada por algo. Tal vez sea creyente, tal vez no lo sea. Tal vez ella sea una pecadora. Ella tal vez sea una santa. Tal vez esté enferma, tal vez no. Puede ser que esté en necesidad; problemas en las finanzas. Pudiera estar parada aquí por otra persona. Yo no lo sé. No la he visto antes, y no tengo idea alguna por qué está aquí. Y la dama lo sabe. ¿Es así, señora? [La hermana dice: “Sí, Señor”.—Ed.] Si es así, levante la mano para que la gente pueda ver. Solo levante la mano para que la gente… Solo levante la mano. Apenas nos conocemos. Ahora si el Señor Jesús…
62 Si ella está enferma, yo no pudiera sanarla más que lo que yo pudiera sanarlo a Ud. Pero si—si Jesús estuviera aquí no pudiera sanarla, porque Él ya lo hizo cuando murió en el Calvario. Pero Él puede hacer algo para probar que Él sigue siendo el mismo Jesús, y ella al creerlo sería sanada. Y al mismo tiempo que ella fuera sanada, Uds. también serían sanados, si Uds. lo creyeran. ¿Correcto? [La congregación dice: “Correcto”.—Ed.] Ahora, que el Señor lo conceda. Estoy esperando la unción del Espíritu Santo, desde luego.
63 Y ahora, en el Nombre de Jesucristo, tomo todo espíritu aquí bajo mi control, para la gloria de Dios.
64 Ahora, señora, quiero que me mire solo por un momento. Quiero que crea con todo su corazón. Y no tengo idea de por qué Ud. está aquí, quién será, no sé nada. Pero Dios conoce todo de Ud. Y si Dios me dice por qué Ud. está aquí, entonces ¿creerá Ud. que Jesucristo, el Hijo de Dios, está aquí para actuar como lo hizo cuando Él estuvo aquí en la tierra?
65 ¿Creerá la congregación, unánime? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.]
66 Ahora, aquí estamos, la escena está lista. Ambos tenemos nuestras manos levantadas, no nos conocemos el uno al otro. El Espíritu Santo que escribió la Biblia dijo que estas cosas sucederían en este día, que Jesús había resucitado de los muertos y estas cosas acontecerían, Su ministerio continuaría, y en este postrer día sería exactamente de la manera como Él prometió que sería. Ahora ¿es así?
67 La dama, como está nerviosa, por supuesto, se está frotando las manos porque se siente algo extraña en este momento. No por estar parada conmigo; yo soy su hermano, eso no haría que ella se sienta así. Pero ella es—ella está consciente de que algo está sucediendo. Y ¿ve Ud. esa fotografía allí con esa Luz encima, hermana? Eso es lo que la hace sentirse así. Ese es el Ángel del Señor, está ahora mismo sobre Ud. Y Ud. está aquí para que yo ore por Ud. [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] por un problema de la espalda que está sufriendo. [“Así es”.] Así es, levante su mano.
68 Ahora, ¿creen Uds.? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] ¿Ven?, da a conocer lo secreto del corazón. Así como Él dijo: “Cinco maridos tienes”.
69 Uds. ahora dirán, los nuevos, tal vez digan: “El Hermano Branham adivinó eso”.
70 Veamos si Lo adivinó. Creo que Aquello dijo que Ud. tenía un problema en la espalda. ¿Fue así? [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] ¿Fue verdad? [“¡Sí, señor!”.] Y Ud., de hecho, Ud. ha tenido una operación, y Ud. apenas viene del hospital. Y para que Ud. sepa que yo soy el siervo de Dios: su esposo está sentado allá atrás. [“Sí, señor, así es”.] Y él también tiene problemas. Si puedo decirle cuál es la aflicción de su esposo, ¿creerá Ud.? [“Sí, señor”.] A él lo aflige el costado y su espalda. ¿Verdad que sí? Levante la mano. Le diré otra cosa. Veo a un joven, es su hijo, también está sentado allá atrás. [“Así es”.] Correcto. Y su hijo sufre alguna clase de ataques. [“Sí, señor”.] Correcto. [“Sí, eso es verdad. Gracias Jesús”.] Su nombre es La Sra. Stovall. Ese es su nombre: la Sra. Stovall. [“Sí”.] ¡Vaya a casa, Jesucristo ha respondido sus oraciones! Ud. puede recibir lo que ha pedido, en el Nombre de Jesús.
71 ¡Ahora, solo crean! Todas Uds. personas que son de color, crean ahora con todo su corazón. ¿Se dan cuenta de que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha resucitado de los muertos? Ese es Su Espíritu que los hace sentir a Uds. así.
72 Ahora, aquí hay una mujer blanca. Yo no la conozco, no tengo idea quién será ella, lo que sea, ni—ni por qué está aquí. Si es así, levante la mano. ¿Ahora cree? Si Dios lo hace, puede revelar su corazón, así como lo hizo con la mujer en el pozo, como lo hizo con la mujer de color, ¿cuántas de Uds. personas blancas creerán si Él lo hace? Aquí, esta mujer y yo, ambos con nuestras manos levantadas, esta es la primera vez que nos vemos.
73 Una cosa digo: la señora no es de por aquí. Ud. viene del este, vino del oeste para llegar aquí. Correcto. Ud. vino de Ohio, y la ciudad es Dayton. Correcto. Y está aquí porque Ud. tiene debilidad. Y Ud. sufre de un problema nervioso, porque no puede dormir. Ud. toma alguna clase de medicina para eso. A Ud. le llaman “Dixie”, es cierto, Mason. Así es. Regrese, ahora Ud. va a dormir, de esta noche en adelante. Jesucristo la sana. Vaya en el Nombre del Señor.
74 ¡Si podéis creer! Uds. ahora allá en la congregación, mientras la unción del Espíritu Santo está aquí, Uds. crean, Uds. que no tienen tarjetas de oración.
75 ¿Qué pasó con el anciano que se paró aquí hace un momento, que no se pudo… no pudo entrar en la línea, tenía el número equivocado, dónde está? Ud., póngase de pie. ¿Cree Ud. que Jesucristo es el Hijo de Dios? ¿Cree Ud. que yo soy Su profeta? [El hermano dice: “Sí, señor”.—Ed.] Muy bien. Ud. tiene problemas con sus pulmones. Así es. ¡Ya se ha ido, regrese a casa y sea sano! Jesús le hizo a Ud. un buen pulmón, ¿ve?
Tenga fe y crea. Dios es Dios.
76 ¿Cómo está, señor? ¿Le cree Ud. al Señor Jesucristo? [El hermano dice: “Amén”.—Ed.]
77 Ahora, cierta vez un hombre vino a Jesús, y recibió salvación, y fue y le habló a otro amigo, y lo trajo. Y este amigo… Le dijo que era un creyente. Y él quedó maravillado con lo que oyó, y dijo: “¿Cuándo me conociste?”.
78 Él dijo: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo del árbol, te vi”. Eso quedaba a treinta millas dando la vuelta a la montaña. Caminando, le había tomado un día para regresar a la línea de oración, para cuando entró en la línea de oración.
79 ¿Cree Ud. que Jesús puede decirme cuál es su aflicción? ¿Creerá Ud. con todo su corazón? ¿Creerá la congregación de todo corazón? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] No es por sí mismo que él está aquí. Es por alguien más; y es una mujer, y ella tiene una sombra de muerte, es su hermana. [“Sí, es cierto”.] No es exactamente su… Es su hermanastra. [“Así es”.] Y ella no está aquí. Ella está en un hospital de Tennessee. Ud. también es de allá. [“Así es”.] Y Ud.… La mujer tuvo una operación, pero no sirvió de nada. Y Ud. está de pie por ella. Dios conceda su petición. Vaya, y que Dios sane a esa mujer y le dé la salud, en base a la fe de este hombre.
80 Señor Dios, condenamos a ese diablo que le está quitando la vida a esa mujer. Y que esta persona, quien es pariente de él, viva por cuanto él ha venido y se ha parado por ella. Jesús, Tú te paraste en el Calvario por nosotros, y nos sanaste. Y nosotros Te creemos. Que así sea. Amén.
Vaya ahora creyendo, hermano. No se preocupe por ninguna otra cosa.
81 ¿Cómo está? No nos conocemos. Esta es la primera vez que nos vemos. (Ahora sean muy reverentes y escuchen atentamente y oren.) Si no nos conocemos y somos extraños el uno para el otro, tal vez sea la primera vez que nos vemos. [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] ¿Es correcto? Si esta es la primera vez que nos conocemos, levante la mano. Si Dios me revela cuál es su aflicción, entonces ¿me creerá Ud. que soy Su siervo? [“Sí, yo creo que Ud. lo es. Ud. es un siervo de Cristo”.] Déjeme decirle ahora. No nos conocemos de antes, pero Ud. es kentuckiana. Correcto. Ud. viene de un lugar que se llama Somerset, Kentucky. [“Sí”.] Seguro que sí. Yo soy de Burkesville, Kentucky. Y Ud. está sufriendo de una aflicción en los—los intestinos estomacales, la parte baja. [“¡Sí”!] Son tumores. Eso es cierto. Muy bien, Jewel [“¡Oh”!], regrese, Dios le conceda su sanidad. [“¡Oh”!]
82 ¿Cree Ud. en el Hijo de Dios, en Jesús resucitado? [La hermana que acaba de ser sanada de tumores, nuevamente grita: “¡Oh”!—Ed.] ¡Si podéis recibir! Uds. pudieran preguntarse por qué la señora se regocija. Ud. también lo haría [“¡Oh”!] si se estuviera muriendo. [“¡Gloria a Su Nombre”!]
83 Yo no la conozco. Pero no estoy… Si no me equivoco, creo que Ud. fue bautizada esta mañana, porque veo que Ud. ha hecho algo bueno. Pero en cuanto a conocerla, yo no la conozco. Ud. solo entró en el bautisterio, y eso fue… ella fue—ella fue bautizada. Pero ¿cree Ud. que Jesús puede revelarme sus aflicciones? ¿La congregación lo cree de todo corazón? Veo que entre Ud. y yo aparece una mujer. Ud. está parada aquí por una mujer, y esa mujer es mucho mayor que Ud. Pues, es su madre. Ella no está aquí. Ella es de Georgia. Y ella está muy nerviosa. La razón es, por el cambio de la vida, la menopausia. Y Ud. está de pie por su madre. Eso es verdad. Bueno, ella se va a recuperar y estará bien. Vaya creyendo ahora, todo habrá terminado. Dígale que tenga buen ánimo.
84 Dios lo bendiga, joven. Tenga fe. Crea con todo su corazón. ¡Si podéis creer! Oren.
85 Me supongo que Ud. y yo no nos conocemos. Dios la conoce a Ud. y Él me conoce a mí. Pero ¿podrá Dios revelarme su problema? Si Él lo hace, ¿le creería Ud. a Él?
86 ¿Cuántas personas aquí creerían y dirían: “Dios, yo creeré si Tú le hablas a ese hombre”? [La congregación dice: “Sí. Amén”.—Ed.]
87 Un momento. La dama sentada aquí detrás de estas muchachas aquí, mirándome, está sufriendo de várices. Y ella está sentada allí, orando por otra persona. Y su espíritu ha tocado al Sumo Sacerdote, y ella está en contacto con Dios. Ud. está orando por un amigo suyo, que tiene un problema mental. Y están viviendo en una—una ciudad, una ciudad pequeña, es Corydon, Indiana. Eso es cierto. Si puede creer, Ud. puede recibir lo que ha pedido. Amén.
88 Ud. ha sufrido un ataque al corazón; su fin está cerca. Pero déjeme decirle uno de sus problemas: fuma cigarrillos. Espere un minuto, ese espíritu saltó en ese momento. Él no quiere hacer eso. Eso es lo que le ha causado su problema. Aquí, es este joven sentado por acá, él también quiere dejar los cigarrillos. Si él cree con todo su corazón, ese vicio del cigarrillo lo dejará. ¡Si podéis creer! ¿Lo cree Ud.? Si lo cree y actúa en base a eso, puede recibir su liberación; también Ud. Ud. no es de aquí. Ud. también es de muy lejos de aquí. Regrese ahora a Owensboro, alabando al Señor. Tenga fe en Dios.
89 Yo le conozco, pero no sé lo que le aflige. Si el Señor me revela cuál es su aflicción, ¿Le creerá Ud.? Entonces su problema estomacal sanará. Muy bien. Vaya a casa y regocíjese, crea con todo su corazón.
90 No creo que la conozco. ¿Somos extraños el uno al otro? [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] ¿Cree Ud.? Que lo que yo—si yo le digo la verdad Ud. sabrá si es verdad o no. [“Sí”.] Muy bien, su problema cardíaco la dejará. [“Eso es. Gracias”.] Regrese a su casa y esté bien.
91 Yo no la conozco. [La hermana dice: “No”.—Ed.] Pero Dios la conoce. ¿Cree Ud. que si yo le dijera cuál es su problema y dónde está, Ud. sanaría? En su columna. Vaya a casa ahora, eso la va a dejar y Ud. va a estar bien.
92 ¿Cree Ud. que Dios puede sanar ese tumor y darle salud, sin tener una operación? ¿Cree Ud.? Levante las manos si Ud. lo cree. Vaya a casa y recíbalo, en el Nombre del Señor Jesús. Crea.
93 Es extraño, cuando lo dije, Ud. tenía lo mismo. [La hermana dice: “Así es”.—Ed.] Un tumor. Ud. sintió algo extraño cuando dije eso, pues los dos espíritus saltaron a la misma vez. Vaya, Jesucristo la sana. Crea.
94 Ud. es un hombre joven para tener artritis, pero ¿cree que Jesús lo sanará? Si lo cree, vaya creyendo y sea sano.
95 ¿Cuántos creen con todo su corazón? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.]
96 ¿Qué pasaría si yo no le dijera una palabra a Ud., pero le dijera que Dios la sanó cuando dio la vuelta allí y Ud. tuvo esa sensación extraña, ¿me creería Ud.? Vaya a casa, Ud. está bien. Jesucristo la sana.
97 Ud. es una mujer joven que está sufriendo de los nervios. ¿Cree que Dios sanará ese nerviosismo y le quitará eso? Ud. ha estado buscando un lugar en dónde empezar. Es aquí mismo. Vaya ahora, regocijándose, contenta. Eso ha terminado para Ud. Crea con todo su corazón.
98 Ud. tiene una aflicción a los nervios que ha causado un problema estomacal. [El hermano dice: “Eso es cierto”.—Ed.] Fue sano cuando Ud. se puso de pie allá atrás, señor. Por eso es que yo estaba esperando que Ud. pasara por aquí. Vaya, coma su cena, estará bien.
99 Aflicción femenina, está nerviosa, inquieta. Eso es cierto. Eso la va a dejar ahora. Vaya a casa y esté bien, en el Nombre del Señor Jesús. Solo tenga fe.
100 Ud. tiene un desorden femenino, es cierto, causa un flujo. Es un ovario tapado. Crea, Jesucristo la sana. Vaya a casa y crea con todo su corazón.
101 Ahora, Ud. tiene una condición muy grave, está en su corazón, una obstrucción. ¿Cree Ud. que Jesucristo puede sanarla? [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] Si Ud. lo cree, vaya en el Nombre del Señor y esté bien. Tenga fe en Dios.
102 Muy bien, hermano, ¿cree Ud. que Jesucristo lo sana también a Ud.? Solo siga caminando por la línea, alabando al Señor.
103 ¿Cuántos allá afuera ahora creen en el Señor Jesús? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] Él conoce cada…
104 Sra. Nash, yo la conozco, pero no es por mi voluntad que esa Luz esté sobre Ud. Yo la conozco, pero Ud. está orando por alguien más. Es un pequeño, un niño pequeño, no vive aquí. Vive en Tennessee. También, Ud. está orando por su amigo médico que sufre del corazón. [La hermana dice: “¡Oh, Dios!”.—Ed.] Y su esposa acaba de sufrir un leve derrame. [“¡Oh, Dios”!] Eso es cierto. Crea y Ud. podrá estar bien.
105 Una damita sentada allí al final del asiento, con el dedo sobre su boca, ¿qué le parece, jovencita? Ud. sufrió un colapso nervioso. Ud. teme sufrir otro. Eso es cierto. Si eso es cierto, levante la mano, mientras limpia las lágrimas de sus ojos. No tema, y Ud. no lo tendrá.
106 La dama sentada allí a su lado, Ud. tiene asma, problema bronquial. Deje de fumar, eso la dejará.
107 Tenga fe en Dios. Crea con todo su corazón. ¡Si podéis creer, todas las cosas son posibles!
108 Aquí hay una dama sentada aquí mismo detrás de esta señora aquí. Estoy seguro que Ud.… La señora, un momento, su nombre es la Sra. Evans. Ella es de Kentucky, Louisville. Eso es cierto. Yo no la conozco. Ud. sabe que eso es verdad. Ud. sufre problema cardíaco, tiene problemas con sus oídos. Es cierto. ¿Si es cierto, levante la mano? Regrese a Louisville, Jesucristo la sana.
109 Yo reto su fe, en el Nombre de Jesucristo, a que lo crea. Cualquiera aquí, ¡crea con todo su corazón! Allá bien atrás, parado por allá atrás, crea Ud. No es necesario que Ud. esté en un cierto lugar. Acá de este lado, ¡crean! ¿Cuántos allá atrás necesitan sanidad? Levanten sus manos y digan: “Yo creo, Señor”. ¡Tengan fe!
110 Sentado atrás, aquí en esta dirección, veo a un hombre que está orando en sinceridad, en la visión se para allí, es un predicador, él está parado junto a un púlpito y está predicando por un incremento… orando por un incremento en su ministerio. Yo nunca lo he visto a él en mi vida. Pero Ud. está orando por eso, hermano. Ahora lo tendrá. ¡Crea en el Señor Jesús!
111 Hay un hombre sentado allí detrás de él, que sufre de algo en el brazo, tiene nudos en el brazo. Él también… Si Ud. lo cree, señor, Ud. puede recibir su sanidad. Amén.
112 Acá afuera al final de esta fila aquí, la segunda, una damita con el rostro inclinado, allá mismo hacia atrás, sentada allá orando, tiene problema de la vesícula. Así es, señora, Ud. levantó la mano y yo sé que Ud.—Ud. era la que estaba orando. Ud. recibió su sanidad en ese momento.
113 ¿Qué les parece eso, creen Uds. que Jesús resucitó de los muertos? [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] ¿Está Él aquí ahora? [“¡Sí!”] ¿Le creen Uds.? [“Amén”.] Entonces si Uds. me creen, si les he dicho la Verdad de la Biblia y Dios en respuesta ha vindicado que les he dicho la Verdad, eso significa que, perfectamente, que el Señor Jesús está aquí. ¿Es así? [“Amén”.]
114 Entonces hagan esto, háganlo, no duden: pongan sus manos sobre alguien al lado suyo. Yo voy a orar desde aquí mismo, y Uds., todo el grupo será sano ahora mismo si Uds. lo creen. ¿Lo creerán Uds.? Entonces pongan sus manos el uno sobre el otro. Todos los que creen que van a ser sanos ahora, digan: “Amén”. [La congregación dice: “Amén”.—Ed.] Ahora Uds.… Voy a decir esta oración. Uds. órenla, repítanla conmigo.
115 [La congregación repite la oración del Hermano Branham.—Ed.] ¡Oh, Señor!, Creador de los Cielos y la tierra, Autor de la Vida Eterna, Dador de toda buena dádiva, estoy necesitado, Señor, de Tu Poder sanador. Y oro para que Tú me des fe para aceptarlo. Esa es Tu promesa. Yo creo que Tú eres el mismo Jesús que caminaste en las orillas de Galilea, sufriste bajo Poncio Pilato, moriste, resucitaste, subiste a lo Alto, les diste dones de nuevo a los hombres por medio del Espíritu Santo. Yo creo que el Espíritu Santo está aquí llevando a cabo la misma obra que hiciste cuando Tú estuviste aquí. Yo me aferro de esa promesa. Yo acepto mi sanidad. Prometo vivir para Ti y obedecer Tus Mandamientos, caminar en la Luz. Y yo ahora creo, por cuanto he hecho esta confesión, que estoy sano por Tus llagas.
116 Guarden silencio. Piensen ahora, esa es su confesión, Dios está entrando ahora mismo en Uds. Inhalen el Espíritu Santo, por fe: “Yo creo que estoy siendo sanado de mi dolencia. Yo creo que se me ha quitado toda enfermedad”. Uds. están ahora mismo en la Presencia de Dios. ¿Pueden sentir ese Espíritu? Abran sus corazones, su—su fe. El Espíritu Santo está sanando a las personas ahora mismo; a una niña sentada aquí, otra a mi derecha. Toda la plataforma parece estar iluminada con el Poder del Cristo resucitado. Él está sobre la audiencia. Él está en las personas. Y, fue por su oración.
117 Ahora voy a orar y a pedir que el diablo de la duda se aparte de Uds.
118 ¡Oh, Señor Dios, Creador de los Cielos y de la tierra!, oye mi oración, Señor; rápidamente, mientras el Espíritu Santo está aquí, antes de que la gente perezca.
119 Yo condeno al diablo. Jesucristo te quitó la victoria, Él la ganó en el Calvario; Él triunfó sobre la muerte, el diablo, el infierno y el sepulcro, y resucitó de nuevo al tercer día, y está vivo para siempre. Sal de aquí, Satanás, eres un ser derrotado. Deja estas personas, y que ellos sean sanados, en el Nombre del Señor Jesucristo.
120 Todos los que aceptan su sanidad, pónganse de pie ahora mismo. ¡En el Nombre de Jesucristo, levántense! Amén. Levanten sus manos a Él, y adórenlo. Las únicas personas que veo que no están de pie es un hombre sentado aquí en una silla de ruedas, Gane Heelie. Sé de su caso, es un caso de polio.
121 Parece ser una silla de ruedas allá atrás. Veamos. Allí hay un caso, una señora solo con una extremidad. ¿Verdad que sí? ¿Cree Ud. que soy el profeta de Dios? Soy un extraño para Ud. Yo no puedo sanarla. Pero ¿cree Ud. que Dios puede decirme cuál es su aflicción? [La hermana dice: “Sí”.—Ed.] Si lo hiciera, ¿le ayudaría? Ud. es una diabética. Eso es verdad. Ahora créalo y regrese a casa con salud, Ud. en la silla de ruedas. Eso es todo lo que Ud. tiene que hacer, es creer en el Señor Jesucristo, ¡y ser sanada!
122 Levanten ahora las manos, y—y digan: “Gracias, Señor, por sanarme. Gracias, Señor, por sanarme. Te alabo, Señor, por sanarme. ¡Dios es bueno! ¡Dios es grandioso! ¡Dios es precioso! ¡Dios es real! ¡Dios está aquí! El Espíritu Santo está aquí. El Poder de Dios está aquí. Y ahora creo con todo lo que hay en mí, que Jesucristo, el Hijo de Dios, me sana. Amén”.
123 Si hay alguno aquí que se siente condenado por el pecado, y sabe que sus pecados no están bajo la Sangre, y ahora mismo en la Presencia de Dios Quien conoce su pensamiento, y es el Espíritu Santo que me lo está diciendo, ¿quisiera Ud. aceptarlo a Él como su Salvador personal, quiere ser recordado en oración? Levanten la mano, todos los que están aquí. Dios lo bendiga, y a Ud., y a Ud., y a Ud., y a Ud. Así es. Allá atrás, Ud., y por allá. Seguro. Acá atrás, Dios te bendiga, hijo. Dios lo bendiga a Ud. allá. Y Dios lo bendiga. Eso es cierto.
124 Vean, el Espíritu Santo nunca se equivoca. Cuando el Espíritu Santo habla… Estaba para entregarle el servicio al Hermano Neville, porque la sanidad había terminado, pero Algo dijo: “Ellos necesitan sanidad del alma”. Si Ud. quiere recibir a Jesús como su Salvador personal, incline su rostro por un momento. Hagamos una oración.
125 Hermano Neville, estoy muy ronco, haga Ud. esta oración, por favor. Muy bien.
126 [El Hermano Neville ora: “Padre Celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo, Quien tan gloriosamente caminó aquí entre nosotros en esta noche. Al estos inclinar su rostro en fe esta noche, están creyendo que Tú puedes librarlos, tanto en alma como cuerpo. Salva aquellos que ahora creen en fe, arrepentidos. Amado Dios, que esta noche sea una noche diferente para ellos. Concédeles ahora el deseo, ¡Oh, Dios! Y dales ahora, ¡Oh, Señor Jesús!, ese conocimiento tan deseado de los pecados que están perdonados. Sálvalos a cada uno, ¡Oh, Dios!, a los que inclinaron su rostro allá, que tuvieron un interés por la oración. Y que ellos, de ahora en adelante, se propongan en el corazón vivir para Él Quien murió por ellos. En el Nombre de Jesús y por la causa de Jesús oramos. Amén y amén. ¡Gloria al Señor!”.—Ed.]

 

El Mensaje del Atardecer